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jueves, 4 de abril de 2013

Palabras del Ministro de Relaciones Exteriores, Rafael Roncagliolo, en la ceremonia de juramentación al cargo de Vicecanciller del Embajador Fernando Rojas Samanez




Señor Presidente del Tribunal Constitucional;

Señores Congresistas;

Señor Ministro de Cultura;

Señores miembros del Tribunal Constitucional;

Señores ex Cancilleres, ex Viceministros y Secretarios Generales de Relaciones Exteriores;

Excelentísimos señores jefes de Misiones diplomáticas acreditadas en el Perú;

Señor Viceministro de Comercio Exterior;

Señores Embajadores y miembros del Servicio Diplomático de la República;

Señores funcionarios administrativos de esta casa;

Queridos amigos José Beraún y Fernando Rojas;

Señores y señoras todos;

Esta es una buena oportunidad para preguntarnos brevemente dónde estamos y a dónde vamos. Al asumir el mando, el Presidente Ollanta Humala nos encargó una asignatura pendiente y tres perspectivas de largo plazo. Por cierto, la política exterior sólo puede formularse pensando en el largo plazo.

La asignatura pendiente y prioritaria es la defensa de los intereses nacionales en el diferendo jurídico que sostenemos en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Las tres tareas de largo plazo y largo aliento son:

1. Profundizar la integración regional.

2. Una mayor y mejor proyección al mundo. Y

3. La debida atención y la reivindicación de los peruanos migrantes.

Han pasado veinte meses, casi dos años, y podemos registrar algunos avances importantes. Quisiera referirme sólo a algunos de ellos.

Hemos presentado los alegatos peruanos ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El fallo podría tener lugar a mediados de este año 2013. El Perú acatará y ejecutará la sentencia de la Corte de Justicia y reitera su satisfacción por el hecho que el mismo compromiso haya sido  ratificado con toda claridad por el gobierno de Chile.

Como siempre lo ha hecho, el Perú busca con esta demanda una solución pacífica de un diferendo jurídico. Una vez ejecutada a plenitud la sentencia de La Haya, no tendremos diferendo alguno en materia de límites ni terrestres, ni marítimos ni aéreos, habiendo culminado, por fin, la delimitación total de nuestras fronteras casi 200 años después de iniciada nuestra vida como república independiente. Estaremos dando un ejemplo de civilización.

El siglo XIX fue en América el siglo de la barbarie y las guerras de conquista. El siglo XXI tiene que ser, va a ser, el siglo de la civilización, de la paz y la integración. Aspiramos a una paz duradera y  constructiva. Aspiramos a la concordia. La solución pacífica y conforme a derecho de una cuestión delicada, será la afirmación de la concordia entre nuestros países. La concordia implica una visión común de futuro pero algo más, implica literalmente una comunidad en los corazones, es decir, en la voluntad.

La concordia debe regir no sólo en nuestras relaciones con Chile; la concordia es la base para la construcción de una América Latina fuerte, unida e integrada. Nuestro objetivo general de crecimiento con inclusión requiere una vecindad estable y favorable a la cooperación y a la integración.

América del Sur representa el 20% del comercio exterior peruano. Es además un importante destino de las exportaciones con valor agregado y con participación de las PYMES. Es decir, tiene que ser una prioridad para un gobierno que cree que el crecimiento no estará garantizado si no tiene como base la inclusión.

Por eso, el Perú mantiene su compromiso firme con todos los procesos de integración regional de los que forma parte: La Comunidad Andina, UNASUR, CELAC, la Alianza del Pacífico. Cumplimos un papel constructivo y concertador que es reconocido y valorado por todos nuestros interlocutores.

Estamos consolidando de una manera muy significativa nuestra  relación con los países vecinos:

Con Chile, estamos desarrollando una Agenda integral no sólo para después de la Haya, sino para antes y después de La Haya. Hemos tenido acuerdos en momentos sensibles, como el problema de las minas el año pasado, y estamos en un  proceso de  construcción de genuina  confianza.

Con Ecuador, queremos tener una relación modelo, a través de los Gabinete binacionales e incluso con la unidad binacional de desminado humanitario que hemos propuesto y puesto al servicio de otros países que quieren hacerlo.

Con Bolivia, con quien sostenemos una amistad indestructible, hemos sometido ya al Congreso el  Protocolo Complementario de los Acuerdos de Ilo para  Mar Bolivia, que estamos seguro será la mejor expresión de nuestra solidaridad en materia de  facilitar la salida al mar.  La que nosotros podemos facilitar, salida económica y comercial  al Pacífico.

Con Brasil, celebramos 10 años de alianza estratégica. Estaré próximamente en Brasil  para revisar la intensa agenda bilateral, que incluye facilitaciones de comercio, negociación de acuerdos bilaterales  que permitan la adquisición de distintos equipos en  la modalidad de Gobierno a Gobierno con transferencia de tecnología; y  cooperación energética.

Con Colombia, estamos  fortaleciendo la integración, la cooperación y el desarrollo fronterizo.

En el largo plazo, como ha dicho varias veces el Presidente Ollanta Humala, solos quizá podamos avanzar más rápido, pero juntos  vamos a avanzar mejor y vamos a llegar más lejos.

Por eso, buscamos los consensos, como lo ha hecho el Perú desde que convocó desde Lima al Congreso Anfictiónico de Panamá, en los inicios de nuestra vida republicana y durante las posteriores convocatorias peruanas realizadas entre 1,847 y 1,856. Como lo  señalaba repetidas veces Alberto Ulloa Sotomayor, el Perú fue siempre un país convocante de la unidad latinoamericana.

Reivindicamos esta tradición latinoamericanista de la política exterior peruana, inspirada, en las últimas décadas, en tres ejemplos que quisiera mencionar brevemente:

Primero, Raúl Porras, que ha sido recordado hoy día por nuestro nuevo viceministro, a partir del testimonio del postulante que adquirió el primer puesto en la academia, Raúl Porras Barnechea  tratando de impedir la marginación de Cuba en San José de Costa Rica, en 1960;

Segundo, Carlos García Bedoya, discípulo de Raúl Porras Barnechea, en 1979, impulsando a los países andinos al reconocimiento de la calidad de beligerantes a los rebeldes nicaragüenses, punto de partida para la paz centroamericana gestada bajo la conducción del Embajador Javier Pérez de Cuéllar como Secretario General de Naciones Unidas, y con la participación de un numeroso grupo de peruanos; entre ellos, Diego García Sayán y Manuel Rodríguez, que fueron también luego Cancilleres del Perú; y entre ellos Harry Belevan que asistía entonces como representante del Secretario General de la OEA, al  lado de Álvaro de Soto Polar, representante del Secretario General de Naciones Unidas.

Tercer ejemplo, Allan Wagner, discípulo de Carlos García Bedoya que a su vez era discípulo de Raúl Porras, en 1985, convocando al Grupo de Apoyo a Contadora, que dio origen al  Grupo de Río y, ahora, a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC. El Perú  responde a una sólida tradición de búsqueda de consensos y de búsquedas de soluciones propias,  independientes y creativas para los problemas regionales. Y con ello el Perú sirve a sus propios intereses.

Por eso, permítanme citar las palabras de Carlos García Bedoya, quien dijo, y cito: “Hay una disyuntiva evidente. De un lado, una diplomacia pasiva que se mueve en el terreno ya deslindado por el esfuerzo y la voluntad, cuando no por el interés de otros, lo que comporta una aceptación de la realidad tal como ya está dada y construida; esto es, una diplomacia de preservación. De otro lado, una diplomacia que actúa como expresión de la voluntad  de un pueblo para modificar de alguna manera el orden establecido, que no acepta la realidad internacional como está dada, que quiere contribuir a una redistribución del bienestar y de las responsabilidades. Es una diplomacia para el cambio, una diplomacia de participación”, fin de la cita.

Entre ambas diplomacias, optamos claramente por la diplomacia para el cambio y, digámoslo una vez más, estamos convencidos que esta es la hora de América Latina y de la unidad latinoamericana; no es la hora de los anacrónicos bloques geopolíticos del siglo XIX y parte del XX, en los que los vecinos eran necesariamente enemigos y los vecinos de los vecinos eran necesariamente aliados. Tampoco es la hora de los bloques ideológicos antagónicos dentro  de la región, como lo pretendían los maniqueísmos propios de la guerra fría, hoy en día obsoletos.

Al lado de esta primera tarea de largo plazo, que hemos recibido del presidente Ollanta Humala, recibimos también el encargo de asegurar una mayor  proyección del Perú en el mundo. No hay contradicción ni mera yuxtaposición entre el  objetivo de la unidad y la concordia latinoamericana, y el objetivo de lograr una proyección del Perú en el mundo. Al contrario, la unidad y la concordia regionales aumentarán nuestra presencia y nuestra competitividad regional.

Nos alegra haber contribuido al largo proceso, como resultado del cual el Perú es visto hoy con otros ojos por el mundo. Tenemos una calificación de riesgo que nos asegura ser percibidos como un socio sólido y confiable para las inversiones. Un banco, el HSBC, considera que seremos una de las treinta economías más grandes del mundo en el 2050. Hoy tenemos el puesto número 50 dentro del ranking mundial. Estamos en el borde del cuarto superior. Queremos, aspiramos, trataremos de ser del quinto superior para el año 2021 y estar entre los primeros 20 para mediados del siglo. La condición para lograrlo, está claro, es que nuestro crecimiento se vuelva inclusivo. No hay garantía de crecimiento verdadero si no es en base a un desarrollo que beneficie al conjunto de la población.

Por eso es que también somos apreciados como un liderazgo emergente en la región, pues el Perú juega, otra vez García Bedoya, en diversos tableros. Buscamos lo mejor de cada mecanismo de integración y de cada organización. Por ejemplo,  tenemos la presidencia de UNASUR y participamos muy activamente en la Alianza del Pacífico. Ambos mecanismos surgieron además como propuestas peruanas. Hemos recibido a los 31 países que participaron en la conferencia del ASPA del año pasado; y vamos a recibir nuevamente a los países de APEC en el 2016.

Y por eso, también podemos ejercer un rol de ponderación como el que recientemente nos tocó jugar en el marco de la Asamblea General Extraordinaria de la OEA, donde logramos fortalecer el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, como ha sido ampliamente reconocido.

Para consolidar este doble rol, el de la integración regional y el de la proyección del Perú en el mundo, necesitamos un Servicio Diplomático con mayor presencia en el globo. Por eso, siguiendo las indicaciones del presidente Humala, estamos incrementando nuestra presencia en todo el mundo, abriendo nuevas Embajadas como Arabia Saudita, Vietnam y Ghana; y reabriendo las que fueron cerradas en los últimos años, como Suecia, donde tendremos el honor de tener como nuestro Representante al Embajador Beraún, y Trinidad Tobago; así como adquiriendo locales para Embajadas y Consulados.

En un mundo global el Perú aspira a una presencia global. Con la independencia empezamos a pensar en los países vecinos, en América del Norte y en la Unión Europea, que fueron las partes del mundo a las que el Perú envió sus primeros representantes y que siguen siendo interlocutores de la mayor importancia. Pero luego hemos incorporado al Asia Pacífico. El Presidente, como ustedes saben, partirá mañana a China, como estuvo el año pasado en Japón y Corea. Y ahora tenemos que fortalecer nuestra presencia en los países árabes y el Caribe y más adelante en el Africa  Sub-Sahariana y el Asia Central.
Prueba contundente de esta apertura la constituye el hecho de que el Perú se constituido en estos meses en un centro muy frecuentado por la comunidad internacional.

Tuvimos el 2011, el mismo día de la inauguración del presidente Humala, sendas cumbres de la Comunidad Andina y de UNASUR.

Tuvimos el año pasado, 2012, la Cumbre de ASPA y la Cumbre de UNASUR.

Tendremos en unas pocas semanas más el Foro Económico Mundial para América Latina, en Lima.

Tendremos el próximo año el 35º Período de sesiones de la CEPAL; el 2015, la Reunión Conjunta del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, probablemente la reunión más grande que se haya efectuado en Lima. Y también la 15º Conferencia General de la ONUDI. Y en el 2016, ya con el próximo gobierno, nuevamente la Cumbre de APEC, y la 14° Conferencia General de la UNCTAD.

Esta suma de eventos demuestra el interés que el Perú ha adquirido como centro de encuentro internacional y la capacidad de convocatoria que el Perú tiene, tanto en el mundo político como en el mundo económico.

Muchos de estos logros se han conseguido durante la gestión del Embajador Beraún a quien quiero agradecer muy profundamente por su leal acompañamiento durante este último largo año. Su apoyo, así como el esfuerzo continuo y permanente de un servicio diplomático del que el Perú se siente orgulloso, han sido una herramienta fundamental en este proceso.

Pero claro, la carrera diplomática, por su naturaleza, determina ciclos de servicio al país en esta casa y en el exterior. Así, hemos encargado al Embajador Beraún la tarea de reabrir nuestra Embajada en Suecia y de relanzar nuestras relaciones con los países escandinavos que no pueden ser descuidadas.
Y tenemos que seguir avanzando hacia nuevos retos. Continuar con una agenda de política exterior que profundice aún más la integración regional, la proyección externa del Perú y la promoción de los peruanos en el exterior. El fortalecimiento institucional en curso debe ser continuado y acentuado para procurar una mayor eficiencia y una mayor eficacia en los distintos procesos de competencia de la Cancillería.

Para esta nueva etapa hemos designado al Embajador Fernando Rojas como Viceministro de Relaciones Exteriores. Estoy seguro, estamos todos seguros de que su amplia trayectoria, su profundo conocimiento de los asuntos políticos y económicos que atañen a la región latinoamericana, tanto en el plano bilateral como el multilateral, junto con su capacidad de gestión, serán aportes muy valiosos para acompañar nuestra tarea de promoción y defensa de nuestros intereses nacionales.

Su agudo criterio, su rigor y dedicación, y su demostrado compromiso con Torre Tagle constituyen factores muy valiosos que permitirán avanzar en las mejoras que se requieren para el óptimo funcionamiento de esta Cancillería, de manera de que logremos preservar y fortalecer aún más el prestigio del Servicio Diplomático de la República.

Estoy seguro, ya se lo he dicho al Viceministro Fernando Rojas, de que su oportuno consejo, su capacidad de dirección y liderazgo, su empeño, se traducirán en las acciones concretas que beneficiarán al país y a esta Cancillería.

Invoco a todos los miembros de esta casa a prestar toda su colaboración a la gestión del Embajador Fernando Rojas como Viceministro de Relaciones Exteriores, lo que sin duda repercutirá en nuevos resultados y mayores logros para la política exterior del Perú.

Muchas gracias.

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